El amor no se muestra verdaderamente sino a través de las obras
En la oración por nuestro semejante debemos comprender también las que hacemos por los difuntos, en virtud del amor que nos une a todos recíprocamente.
Amemos a Dios y practiquemos obras de misericordia hacia los demás. Estas nos han sido enseñadas en Mateo 25, 35-36; 42-43, es decir: alimentar al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, cuidar a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los difuntos. Estos son actos de misericordia física.
Y las obras de misericordia espiritual son: corregir al que ha perdido el rumbo, enseñar al ignorante, aconsejar al que titubea en la fe, orar por nuestro semejante, consolar al que está triste, ser paciente con las ofensas de los demás, perdonar a los que nos hacen mal. En la oración por nuestro semejante debemos comprender también las que hacemos por los difuntos, en virtud del amor que nos une a todos recíprocamente. Y “el amor no se demuestra sino por medio de las obras” (I Juan 3, 18).
(Traducido de: Un mare mărturisitor creștin: Preotul Constantin Sârbu, Editura Bonifaciu, București, 2008, p. 271)