El amor, piedra fundamental de la familia
Los niños sienten todo, incluso cuando el Espíritu Divino abandona la familia. Queda sólo una forma, un vacío, sal sin sabor. Esforcémonos, pues, en mantener el amor y el respeto de los niños.
Dios es amor. Si este principio es vulnerado, la familia se derrumba. En vano resultan, entonces, los íconos, la veladora encendida, los ayunos, la cruz, las lecturas espirituales, las oraciones, etc. Si en la familia no hay amor, tampoco Dios está en ella. Y el amor no es envidioso, no es orgulloso, no es interesado (I Corintios 13, 4-5).
¿Pero en qué familia no existen estos pecados? Los niños sienten todo, incluso cuando el Espíritu Divino abandona la familia. Queda sólo una forma, un vacío, sal sin sabor. Esforcémonos, pues, en mantener el amor y el respeto de los niños. Con todo, muchas veces podemos ser más flexibles, más indulgentes, perdonando, así como Cristo nos perdona a nosotros.
(Traducido de: Nikolaj Evgrafovich Pestov, Cum să ne creștem copiii: calea spre desăvârșita bucurie, traducere din limba rusă de Lucia Ciornea, Editura Sophia, București, 2005, p. 216)