Palabras de espiritualidad

El amor y la bondad como armas contra la ira

  • Foto: Doxologia

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En verdad, la bondad disipa todo enojo, toda ira. 

Se cuenta que, un día, un hombre fue a buscar a un respetado sacerdote, para quejarse con él del comportamiento de su esposa y para pedirle su bendición para separarse de ella, eso sí, no sin antes hacerla sufrir lo más posible, tal como —según las palabras de aquel atribulado marido— ella misma lo había hecho durante varios años con él. Quería “destruirla”.

¿Qué hizo el sacerdote? Le dijo: “Bien. Vuelve a casa y empieza a comportarte con ella como nunca antes, llenándola de atenciones y dedicándole todo tu cuidado. Poco a poco, ella creerá que todavía la amas. Cuando sientas que ya lograste ese primer cometido, vuelve a buscarme, y juntos le daremos el golpe de gracia: la separación”.

Pasaron los días, las semanas, los meses… Un día cualquiera, cuando menos lo esparaba, el sacerdote fue visitado nuevamente por aquel hombre. Después de saludarlo, el sacerdote le preguntó: “¿Hiciste lo que te dije?”. El hombre, entonces, le dijo: “Padre, ya no quiero separarme. ¡Nos hemos dado cuenta de lo mucho que nos amamos!”.

Y es que, en verdad, la bondad disipa todo enojo, toda ira.

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