Palabras de espiritualidad

El arrepentimiento como arma contra el maligno

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Es posible que no entiendas por qué te pasan cosas extrañas, malas y absurdas, y que te pases la vida cayendo de un error en otro.

Los demonios son como parásitos en el cuerpo del hombre. Es posible que no sepas de ellos, incluso que no creas en su existencia, pero ellos están ahí, como verdaderos parásitos de tu alma, y, sin que te des cuenta, guían tus pensamientos y tus actos. Por eso, es posible que no entiendas por qué te pasan cosas extrañas, malas y absurdas, y que te pases la vida cayendo de un error en otro.

La Iglesia nos ofrece los medios para enmendar semejante situación. Todo consiste en el hecho de que el hombre puede sanar, sí, pero solamente si cambia su forma de vida. La oración del sacerdote es eficiente, pero es solamente un auxilio. Por supuesto, no todos los sacerdotes están preparados para echar demonios. El padre Adrián fue, me parece, el único que se dedicó a ello en los años ochenta. Creo que también lo hacía el padre Basilio, de Vasknarva, en Estonia.

El archimandrita Juan Krestiankin, por su parte, era escéptico en lo que respecta a esta práctica. Y no porque creyera que es algo errado, sino porque estaba convencido de que la influencia nociva del mundo espiritual sobre el hombre debe ser sanada por medio del arrepentimiento personal, con los Sacramentos de la Iglesia y el esfuerzo en el cumplimento de los mandamientos del Señor. Aunque no negaba la utilidad de participar en la oración de agradecimiento que se hace con las demás oraciones contra el demonio, entendía que muchas de las personas que asisten a exorcismos quieren sanar sin hacer ningún esfuerzo personal. Y esto es algo que no está permitido en la vida espiritual.

(Traducido de: Arhimandritul Tihon Șevkunov, Nesfinții Sfinți și alte povestiri, Editura Egumenița, Galaţi, 2013, p. 315)