El ayuno del enfermo
“El que come, lo hace por el Señor, pues da gracias a Dios: y el que no come, lo hace por el Señor, y da gracias a Dios” (Romanos 14, 6).
«Y a aquellos hermanos que, debido a alguna enfermedad, no pueden ayunar, exhórtenlos a atender la siguiente enseñanza espiritual.
Instrúyanlos, transmítanles esto que les enseño, díganles que aquel que come y bebe con mesura no es indigno de venir a la iglesia y escuchar la homilía. Indigno es el perezoso, el negligente.
Expóngales también esta palabra evangélica: “El que come, lo hace por el Señor, pues da gracias a Dios: y el que no come, lo hace por el Señor, y da gracias a Dios” (Romanos 14, 6).
Luego, quien ayune que le agradezca a Dios por darle fuerzas para soportar ese esfuerzo, y que el que no ayune también le agradezca, porque esto en nada podría afectar la salvación de su alma, si así lo quiere».
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Omilii la Facere, omilia X, II, în col. PSB, vol. 21, p. 117)