Palabras de espiritualidad

El Bautismo del Señor es una festividad de la que participamos todos

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Seamos conscientes de que Dios nos ayudará también a nosotros, quienes celebramos el Bautismo del Señor, santificándonos con Su poder, con Sus aguas, con Su naturaleza.

El Bautismo del Señor es para nosotros una gran festividad: nos muestra a Cristo entrando plenamente en su actividad redentora, pública, recibiendo, para este propósito, el testimonio de la Trinidad. Cristo se hizo bautizar para demostrarnos que es uno de nosotros en todo, que está cerca de nosotros y que, al recibir el Bautismo en las aguas del Jordán, es parte de la Santísima Trinidad.

La fiesta del Bautismo del Señor es una festividad de Jesucristo, pero también es un anuncio de nuestra propia celebración, de nuestro propio bautismo, un anuncio del amor de Dios a los hombres, por medio de Su Hijo. La Trinidad se mostró entonces, y la Trinidad es muestra del amor que existe desde siempre y para siempre. En el fundamento de la existencia no hay una esencia inconsciente, sino un Dios del amor, un Dios en tres Personas, un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo… ¿y quién ama más que un padre? ¿Quién corresponde más a ese amor que un hijo? Estamos hablando de un amor que es eterno, y para que este amor sea perfecto, el Padre quiere que haya una tercera persona, para alegrarse con Él por Su Hijo, y para que el Hijo también se alegre con este último de Su Padre. Entonces, es un amor perfecto: un amor entre tres, y nosotros somos bautizados con la señal y el poder de este amor. Recibimos el poder para amarnos también entre nosotros mismos, tal como se aman las Personas de la Santísima Trinidad. Recibimos el poder de amarnos el uno al otro, también para amar a todos los demás, para que cada uno pueda hacerse un “tú” nuestro. Este es el cristianismo: la religión del amor.

Por eso es que el Bautismo del Señor es una festividad tan grande, una fiesta en la que se santifica el agua, y con esa agua son rociados los fieles, para que participen en la amorosa santidad de Dios, ya que, al bautizarse en las aguas del Jordán como hombre, el Hijo de Dios santificó todas las aguas.

Seamos conscientes de que Dios nos ayudará también a nosotros, quienes celebramos el Bautismo del Señor, santificándonos con Su poder, con Sus aguas, con Su naturaleza.

(Traducido de: Duhovnici români în dialog cu tinerii, (ediția a II-a), Editura Bizantină, 

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