El bendito don de la oración
¡Ese es el don de la oración! ¡Todos tendríamos que buscarlo! A veces sucede que dicho fuego desciende cuando el sacerdote nos absuelve de nuestros pecados después de confesarnos, otras veces al comulgar.
Un stárets contaba cómo, durante dos años seguidos, le pidió con fervor a la Madre del Señor que le concediera el don de la oración. Y decía: “Una vez, después de terminar mis plegarias, al acercarme al ícono de la Madre del Señor, sentí que un dulce fuego descendía a mi corazón… y desde entonces no se ha apagado”. ¡Ese es el don de la oración! ¡Todos tendríamos que buscarlo! A veces sucede que dicho fuego desciende cuando el sacerdote nos absuelve de nuestros pecados después de confesarnos, otras veces al comulgar. ¡Busquémoslo a toda costa!
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înțelepte, Editura Egumenița, Galați, p. 27)