El buen hábito de orar sin ver el reloj
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Una vez nos hagamos con este buen hábito, intentemos olvidarnos del reloj cuando oremos, y tratemos de prolongar el estado de oración con naturalidad.
Para renunciar al hábito de orar a toda prisa, lo mejor es no leer una oración después de otra, y leerlas unos quince minutos seguidos, o media hora, o una hora, cuanto nos sea posible concentrarnos. Y cuando sintamos que no podemos seguir haciéndolo, lo mejor es detenernos. Una vez nos hagamos con este buen hábito, intentemos olvidarnos del reloj cuando oremos, y tratemos de prolongar el estado de oración con naturalidad. Solamente así conseguiremos concentrarnos.
(Traducido de Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înțelepte, Editura Egumenița, Galați, p. 20)
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