El camino de la Virgen es el de la humildad
La Madre del Señor nunca se jactó de su elección, jamás divulgó eso que solamente ella debía saber —y no otros—, jamás habló de su pureza y su castidad y jamás quiso que se hablara de ella y sus virtudes.
Tan grande fue la humildad de la Madre del Señor, que jamás habló de sus propias cosas, de sus virtudes, ni del extraordinario nacimiento de su Hijo. Esta frase: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu palabra” nos demuestra la humildad de la Virgen María ante la voluntad de Dios, y su sumisión. Y esto me hace evocar algo que dijo el padre Arsenie Boca —que Dios lo tenga en Su gloria—, en más o menos estos términos: “Nosotros tenemos una mente que busca discutir con Dios, en vez de sometérsele sin rodeos”. En su caso, la Madre del Señor sí tuvo una mente que se sometió a Dios sin rechistar. “Hágase en mí según Tu palabra”.
La Madre del Señor nunca se jactó de su elección, jamás divulgó eso que solamente ella debía saber —y no otros—, jamás habló de su pureza y su castidad y jamás quiso que se hablara de ella y sus virtudes. Al contrario, prefirió vivir en el anonimato, en un recogimiento total, de manera que pudiera pasar lo más desapercibida posible. El ejemplo de la Madre del Señor es algo que debemos mantener siempre presente, especialmente cuando sentimos la tentación de querer atraer la atención de los demás, cada vez que queremos inmiscuirnos en la conciencia de alguien, porque sabremos que, actuando de esa manera, nos estaremos alejando del camino trazado por la Santísima Madre de nuestro Señor.
(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniți de luați bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, pp. 83-84)