El camino a la purificación y a la santificación
Si llegáramos a conocer cuán pecadores somos, nos sería mucho más ligera la purificación de nuestras culpas.
¿Por qué permite Dios que el rostro del justo también sea abofeteado? La respuesta es que no hay otro camino hacia la santificación y que, ante Dios, ni siquiera el cielo es lo bastante puro; asimismo, no hay santificación sin humildad. Pero, a nosotros, que somos pecadores y torpes de entendimiento, Dios no tiene otra manera de recordarnos nuestros pecados —conocidos o no— para que los reconozcamos y los confesemos, ya que no prestamos atención a lo que nos enseña la Iglesia, sino que nos aferramos con mucha más fuerza a la vara de los oprobios.
Si llegáramos a conocer cuán pecadores somos, nos sería mucho más ligera la purificación de nuestras culpas. Pero cuando no conocemos nuestras propias faltas, nos engañamos con la “razón” que creemos tener y que en verdad no poseemos; y, desconociéndonos a nosotros mismos, no somos capaces de soportar lo que viene sobre nosotros conforme a los designios de Dios
(Traducido de: Ieromonahul Arsenie Boca, Cărarea Împărăției, ediție îngrijită de Pr. Prof. Simion Todoran și Monahia Zamfira Constantinescu, Editura Sfintei Episcopii Ortodoxe Române a Aradului, 1995, p. 45)
