Palabras de espiritualidad

El clamor de los santos y la enemistad del mundo

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

“¡Estad atentos, que aquí lo que hay es iniquidad y mentira! ¡Tened cuidado, porque aquí hay calumnia y pecado! ¡Abrid los ojos, porque este es el campo minado del maligno!”.

Padre, usted dijo que los santos no son amigos del mundo, sino de Dios.

— Exactamente. La misma Escritura lo dice con claridad: la amistad con el mundo es la enemistad con Dios; el que sea amigo del mundo, será enemigo de Dios (cf. Santiago 4, 4). Los cristianos verdaderos, hijo, son amigos de Dios y enemigos del mundo. Por eso es que son perseguidos. Si fueran amigos del mundo, este no los oprimiría. Porque dice nuestro Señor: “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque Yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo” (Juan 15, 19). Y en Su oración final, Cristo le dice al Padre: “Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como Yo no soy del mundo” (Juan 17, 14).

Es decir que los santos de todos los siglos, hasta nuestros días, pertenecen a la misma categoría que Cristo. No eran ni son del mundo.

—Correcto. En este punto debemos subrayar el paralelismo que hace el Señor entre los santos y Él mismo, porque es la respuesta a la pregunta de por qué el mundo odia a los santos. Porque, como dice el Señor, los santos son como Él en lo que respecta a su relación con el mundo. En consecuencia, cualquier posición que tome el mundo en contra de Dios, será siempre la misma que asumirá en contra de los santos. Y dice Cristo: “Si el mundo os odia, sabed que a Mí me ha odiado antes que a vosotros” (Juan 15, 18). “El mundo no puede odiaros; a Mí sí me aborrece, porque doy testimonio de que sus obras son perversas” (Juan 7, 7). “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8, 12). [...]

Entonces, al igual que Cristo, los santos son también la luz del mundo. Pero el mundo ama la oscuridad y odia la luz. Por eso es que también ha odiado y sigue odiando a los santos. Los santos, como Cristo, revelan las cosas perversas de los que viven para el mundo, clamando a los demás, como advertencia: “¡Estad atentos, que aquí lo que hay es iniquidad y mentira! ¡Tened cuidado, porque aquí hay calumnia y pecado! ¡Abrid los ojos, porque este es el campo minado del maligno!”.

En conclusión, padre, los santos, como Cristo, desenmascaran la hipocresía y la falsedad de los hombres terrenales.

—Exactamente. Los santos, como Cristo, iluminan, despiertan, guían y liberan a los hombres.

(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos LogothetisRăspunsuri la întrebări ale tinerilor – Ortodoxia și lumea, traducere din limba greacă de Părintele Șerban Tica, Editura Sophia, București, 2012, pp. 284-285)