Para explicarnos por qué debemos actuar sensatamente, si nuestra intención es conocer cuál es el verdadero juicio que proviene de Dios y cuál tiene como origen al mismo demonio, San Juan Casiano cita al abbá Moisés: “El juicio legítimo viene como consecuencia de la verdadera humildad, cuando les revelamos a los padres no solamente lo que queremos hacer, sino también lo que pensamos, y dejamos de confiar en nuestro propio juicio, siguiendo el consejo de los ancianos más avanzados y haciendo lo que ellos creen que es bueno”.

Dicha disposición no sólo conduce correctamente al hombre, manteniéndolo indemne en el camino verdadero, sino que también lo defiende ante las trampas del maligno. Porque, aquel que actúa ciñéndose a las directrices y los consejos de los más experimentados en lo espiritual, jamás caerá engañado por el demonio, debido a que, al revelar sus pensamientos ante su padre espiritual, los inutiliza y los destruye.

(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Viaţa lăuntrică, Editura Sophia, București, 2000, p. 43)