El consejo de San Porfirio para un fiel que quería hacerse monje
“Tu casa bien puede ser un monasterio, en nada diferente a uno real. Solo tienes que hacer lo que te estoy diciendo. El lugar no hace al monasterio, sino el modo de vida. Así pues, ¡vuelve a casa, ora mucho y ten paciencia en todo!”.
Desde hacía algún tiempo, ciertos pensamientos me venían atormentando: me repetía una y otra vez que bien podría hacerme un monje y dedicarme enteramente a Dios. Sentía que, estando casado —y con hijos—, no lograba hacer nada bueno para Él. Con semejantes pensamientos (y muchos más), fui a buscar al Anciano (Porfirio). Me confesé con él, pero sin mencionar nada las ideas que tanto me inquietaban. Repentinamente, me dijo:
—¡Venga, deja de pensar en esas cosas! ¡Nada de eso es para ti! Tu casa bien puede ser un monasterio, en nada diferente a uno real. Solo tienes que hacer lo que te estoy diciendo. El lugar no hace al monasterio, sino el modo de vida. Así pues, ¡vuelve a casa, ora mucho y ten paciencia en todo!
El padre veía todo, con la Gracia Divina, y salía al encuentro de todos nuestros pensamientos. Esto lo mantenía en un estado de vigilia permanente cuando te hallabas en su presencia, que te protegía de todo pensamiento impuro.
(Traducido de: Sfântul Părinte Porfirie, Antologie de sfaturi şi îndrumări, Editura Bunavestire, Bacău, pp. 254-255)