El consejo de un anciano para practicar el discernimiento en su comunidad monástica
“Antes, cuando nos reuníamos todos y hablábamos de cosas realmente importantes, animándonos los unos a los otros, juntos parecíamos alzarnos hasta el Cielo…”
Unos padres le preguntaron al abbá Megetio: “Si la comida hervida de hoy no se termina, ¿pueden comérsela mañana los hermanos?”. Y el anciano respondió: “Si esa comida ya está descompuesta, que nadie la coma, no sea que se enferme. Lo mejor, en ese caso, es desecharla. Pero si todavía está buena, sería un desperdicio tirarla y preparar otra”.
Y agregó: “Antes, cuando nos reuníamos todos y hablábamos de cosas realmente importantes, animándonos los unos a los otros, juntos parecíamos alzarnos hasta el Cielo. Pero, ahora, cuando nos reunimos, siempre terminamos acusándonos o juzgándonos recíprocamente y, en vez de alzarnos al Cielo, descendemos a lo más bajo”.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 161)