El cristiano debe estar siempre preparado para enfrentar al enemigo de su alma
¡Lucha, hermano! Pero ¿contra quién? Contra los malos pensamientos y los apetitos que te acometen.
¿Cuántos cristianos han conseguido purificar sus sentidos? Solamente los grandes ascetas han logrado, con la ayuda de la Gracia Divina, enfrentar a los demonios, los enemigos de la verdad. Pero nosotros somos débiles, impotentes, hasta frágiles; la espesura de nuestros sentidos nos separa de los enemigos de nuestra salvación, por eso es que no vemos, no oímos y no sentimos toda su astucia y maldad.
Nosotros no vemos con los ojos los afanes del maligno, pero él sigue actuando —de forma invisible— sobre nuestra alma, valiéndose de pensamientos blsfemos, y sobre nuestra voluntad, por medio de apetitos impuros. Dependiendo de si el hombre se deja vencer por estos o si se les opone, entrará en contacto sea con los espíritus del mal o con los ángeles del Cielo. La vida del cristiano no es sino una lucha que no cesa, con sus momentos de caída y otros para levantarse. ¡Lucha, hermano! Pero ¿contra quién? Contra los malos pensamientos y los apetitos que te acometen.
Los grandes ascetas supieron luchar de forma sensible con los demonios, y de sus luchas podemos aprender la variedad de apariciones y artimañas que utiliza el maligno.
(Traducido de: Părintele Mitrofan, Viața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, p. 82)