El cristiano sabe que la salvación es algo que se trabaja en colaboración con sus semejantes
El Santo Apóstol Santiago dice: “Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados” (5, 16).
En la Santa Escritura se le da un gran valor a la oración de unos por otros. Si esta oración no tuviera ningún provecho, el gran Apóstol Pablo no hubiera instado a orar así a su discípulo Timoteo, con estas palabras: “Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos” (I Timoteo 2, 1).
Y el Santo Apóstol Santiago dice: “Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados” (5, 16). Por su parte, el Santo Apóstol Pablo pide que oren también por él (Efesios 6, 19).
La infinita bondad de Dios, así como las oraciones de la Iglesia y el Sacrificio Eucarístico son también determinantes para la salvación de aquellos que en vida no hicieron un canon de arrepentimiento, pero murieron en la fe correcta.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 263)