El desasosiego juvenil sobre el propósito de vida
Los jóvenes deben confiar en Dios para tranquilizarse, porque el Buen Dios, como un padre amoroso, actúa en esos aspectos en los que nosotros, humanamente, no podemos hacer nada. No deben, entonces, apresurarse en tomar decisiones inmaduras para el resto de su vida.
Los jóvenes deben confiar en Dios para tranquilizarse, porque el Buen Dios, como un padre amoroso, actúa en esos aspectos en los que nosotros, humanamente, no podemos hacer nada. No deben, entonces, apresurarse en tomar decisiones inmaduras para el resto de su vida. Para triunfar en eso que desean, deben hacer una limpieza general en su interior, ordenarlo todo. Deben procurar terminar una carrera, conseguir un empleo y, cuando lleguen a la madurez, decidirse —con la ayuda de Dios— a formar una familia, si el matrimonio les atrae, o entrar a a algún monasterio, si sienten ese llamado.
Por eso, a los jóvenes que estudian y que tienen tales preocupaciones, porque quieren decidir lo que harán con su vida, les digo que continúen estudiando y que hagan eso que, con el tiempo, les dicte su mente, sosegadamente. Si tienen una buena disposición interior, Dios los ayudará, poco a poco, para que comprendan qué es lo que deben hacer, si casarse o dedicarse a la vida monástica; entonces encontrarán la paz.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Viaţa de familie, Editura Evanghelismos, Bucuresti, 2003, p. 20)