El don de la obediencia
La obediencia empieza con los detalles más insignificantes de la vida cotidiana, con nuestro sencillo trabajo, pero termina con la conciencia del “yo soy”.
Con la obediencia, nuestra vida se vuelve lo más consciente posible, aun estando sumidos en el sueño más profundo. Gracias a la obediencia es fácil vencer las pasiones, y ningún pensamiento vicioso podrá venir a someternos. Debemos estar dispuestos a cumplir la voluntad de nuestro semejante, antes que la nuestra. Solo así se ensanchará nuestra conciencia. Poco a poco, de la forma más inesperada, empezarán a brotarnos lágrimas por todo “Adán”.
La obediencia empieza con los detalles más insignificantes de la vida cotidiana, con nuestro sencillo trabajo, pero termina con la conciencia del “yo soy”. Tenemos que evitar esa inclinación del espíritu con la energía de la fe en la Resurrección.
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Din viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, p. 44)