Palabras de espiritualidad

El don del amor de la Santísima Virgen por nosotros

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

No sé que podría dar yo a cambio —porque soy un pecador—, por el amor que la Santísima Virgen me ha demostrado siempre, a pesar de mi indignidad y mi impureza.

¡Si tan solo supiéramos cuánto ama la Santísima Madre de Dios a todos los que guardan los mandamientos de Cristo y cuánto se apiada y se entristece por aquellos que no quieren enmendar su vida! Esto es algo que yo mismo experimenté. No miento, estoy diciendo la verdad ante Dios, a Quien mi alma conoce bien: con mi espíritu conocí a la Santísima Virgen María. No la vi, pero el Espíritu Santo me permitió conocerla a ella y también a su amor por nosotros. Sin su piedad, me habría perdido desde hace mucho, pero ella quiso venir a mí e iluminarme para que dejara de pecar. Ella me dijo: “No me agrada volver la mirada a ti y ver lo que haces”. Sus palabras eran suaves, tranquilas y llenas de paz, y tuvieron un efecto inmediato en mi alma. Han pasado ya más de cuarenta años desde entonces, pero mi alma no ha podido olvidar esas palabras tan dulces, y no sé que podría dar yo a cambio —porque soy un pecador—, por el amor que la Santísima Virgen me ha demostrado siempre, a pesar de mi indignidad y mi impureza. En verdad, no sé cómo agradecerle a la buena y piadosa Madre del Señor.

En verdad, ella es nuestra protectora y nuestra abogada ante Dios, y su solo nombre nos alegra el alma. Todo el cielo y toda la tierra se llenan de regocijo por su amor. Esto es algo simplemente inenarrable, algo insondable. Ella vive en los Cielos y contempla sin cesar la gloria de Dios, pero tampoco se olvida de nosotros, tan necesitados de ella, y cubre con su piedad toda la tierra y a todos los pueblos. ¡El Señor Mismo fue quien nos la dio como una Madre para todos! Ella es nuestra alegría, nuestra esperanza. Es nuestra Madre en el espíritu y, como persona, esta siempre cerca de nosotros, y toda alma cristiana es atraída hacia ella con amor.

(Traducido de: Sfântul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii și iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 174)