El sacerdocio busca que ninguno de los hijos del Padre se enemiste consigo mismo, o renuncie a vivir en comunidad y al Espíritu del amor de Cristo. Porque Él es Quien une toda comunidad de cristianos; nadie podría salvarse alejándose de la Iglesia, por más que crea que en su corazón mora el Espíritu de Cristo.

Los sacerdotes procuran que los individuos se corrijan, para que no caigan de la misericordia al yugo de la justicia. A los sacerdotes se les otorgó un don muy grande: perdonar en nombre de Dios. ¡Enorme, estremecedor don! ¿Por qué es que los hombres no lo entienden?

Inmenso deterioro provoca el sacerdote al “tesoro” de pecados de los hombres, borrándolos con su don, destruyendo las deudas pendientes con el maligno, capitalizadas en cada persona.

(Părintele Arsenie Boca – mare îndrumător de suflete din secolul XX, Ed. Teognost, Cluj-Napoca, 2002, p. 134-135.)