Palabras de espiritualidad

El ejemplo de vida de un anciano monje

    • Foto: Bogdan Bulgariu

      Foto: Bogdan Bulgariu

Una noche, mientras lloraba con lágrimas, cerré los ojos por un momento y escuché una voz que me decía: “Desde este momento, esos pensamientos ya no te atacarán”. Y, desde ese instante, gracias a Dios, mi mente ha estado en paz.

Un día cualquiera, el anciano Damián Ţâru se encontró con otro monje, el cual parecía triste y apesadumbrado. Después de conversar con él y enterarse de la causa de su aflicción, se dirigió a su celda, tomó una hoja de papel y escribió algunos versículos de la Santa Escritura y algunas palabras de los Santos Padres, y después salió a buscar nuevamente al otro monje. Al encontrarlo, le dijo: 

 —Toma, padre, esta pequeña receta espiritual, que te será de gran ayuda. 

Otro día, el anciano le dijo a su discípulo: 

 —Padre Nicodemo, esta noche leí la vida de Santa María de Egipto y, después de dormitar un rato, me desperté llorando desconsoladamente. 

En otra ocasión, le dijo esto al padre Nicodemo: 

 —Cuando era joven, los pensamientos carnales solían atacarme constantemente. Pero, una noche, mientras lloraba con lágrimas, cerré los ojos por un momento y escuché una voz que me decía: “Desde este momento, esos pensamientos ya no te atacarán”. Y, desde ese instante, gracias a Dios, mi mente ha estado en paz. 

El padre Nicodemo nos contaba esto de su mentor: 

 —El padre Damián no soportaba escuchar a alguien lamentándose o condenando a su semejante. Si venía alguien a visitarlo y empezaba a juzgar o condenar a otros, el anciano inclinaba la cabeza, dejaba lo que estaba haciendo y empezaba a sollozar. Entonces, el otro, viendo esto, se avergonzaba de sus propias palabras y pedía perdón. 

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, p. 623)