La oración no consiste solamente en cultivar determinados estados espirituales, ni en simplemente meditar sobre algunas ideas abstractas, mucho menos en disolvernos anónimamente al interior de una energía cósmica o dentro de un absoluto impersonal. La oración, en su sentido cristiano, es el encuentro personal y personalizador con un el Absoluto Personal, con un Ser Superior y eternamente perfecto, revelado en la Iglesia como “Santísima Trinidad”. Individual y comunitaria, interiorizada, pero también litúrgica, la oración es un acto o un suceso ontológico en el que se revela la realidad específica de la existencia personal como diálogo divino-humano infinito.

(Traducido de: Arhimandritul Sofronie Saharov, Rugăciunea experiența Vieții Veșnice, Editura Deisis, Sibiu 2007, p.15)