El enemigo perturba nuestra mente
El Señor dice: “Yo he de librarle; le exaltaré, pues conoce Mi Nombre” (Salmos 90, 14).
El maligno, acostumbrándose a perturbar nuestra mente, desea inclinarnos a alimentarnos junto a él con tierra y, aunque fuimos creados a imagen de Dios, a arrastarnos con él.
Sin embargo, Dios dice: “Enemistad pondré entre ti y la mujer” (Génesis 3, 15). Por esta razón debemos suspirar permanentemente hacia Dios, para librarnos cada día de las heridas que nos provocan las flechas del enemigo. El Señor dice: “Yo he de librarle; le exaltaré, pues conoce Mi Nombre” (Salmos 90, 14). Y, una vez más: “Ya está cerca Su salvación para quienes le temen” (Salmos 84, 10).
(Traducido de: Despre rugăciune și trezvie în învățăturile Sfinților Părinți, Editura Egumenița, p. 330)