Palabras de espiritualidad

El esfuerzo ascético de la oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Dios nos convida a cada uno de nosotros a Su banquete, pero la elección —de aceptar o rechazar la invitación— depende de nosotros mismos. 

De todos los trabajos ascéticos, el afán en la oración es el más arduo. (Con este), nuestra mente entrará en un movimiento permanente. A veces, la oración manará como una corriente muy fuerte; otras veces, nuestro corazón se sentirá seco, árido. Pero, poco a poco, esas pausas en las que perdemos el fervor serán cada vez más cortas.

Cuando oramos, nos volvemos sensibles a la presencia de Dios, Quien, aunque no alcancemos la plenitud de la experiencia que buscamos, siempre fortalece nuestra fe. Nos acercamos al final de nuestra prolongada búsqueda de la revelación de lo profundo del Ser, una búsqueda que en el pasado nos llevó de una aventura espiritual a otra. Ahora nos acercamos al objetivo que Cristo nos mostró, pero no tenemos que desesperarnos, sino inspirarnos en la grandeza de la tarea que se nos presenta. Nuestro Creador conoce mejor que nosotros mismos las potencialidades últimas de la naturaleza humana. Y si la Revelación declara que fuimos elegidos en Cristo “antes de la fundación del mundo” (Efesios 1, 4) —hecho atestiguado también por Juan, Pedro, Pablo y los demás apóstoles y padres— ¿por qué habríamos de asustarnos ante el único llamado digno de ser atendido, y fuera del cual nuestros demás propósitos palidecen y se desvanecen? Dios nos convida a cada uno de nosotros a Su banquete, pero la elección —de aceptar o rechazar la invitación— depende de nosotros mismos. Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos” (Mateo 22, 14). Desde luego, no somos más valientes que los discípulos que temían cuando acompañaban a Cristo hacia Jerusalén, en donde debía ser “entregado a los sumos sacerdotes y a los maestros de la ley” (Mateo 20, 18-19), y ser condenado a una muerte oprobiosa.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieRugăciunea – experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001, pp. 96-97)