El Espíritu Santo está en todo lo que hacemos, en nuestras pequeñas y grandes acciones. Todo lo que vive, todo lo que se mueve en este mundo, la vida en todas sus hipóstasis, es un don que proviene del Espíritu Santo; esto lo confirmamos cada vez que repetimos la oración dedicada a Él, y en la que decimos que el Espíritu Santo es también “Dador de vida”.  Recordemos esto en todo momento.

De cualquier modo, siempre “estamos” en el Espíritu Santo, aunque lo entendamos y lo queramos, o aunque no podamos ni queramos entenderlo. ¡Mientras sigan naciendo niños en este mundo, el grano de trigo siga brotando de la tierra, para convertirse en el prosforon de la Divina Liturgia y el pan nuestro de cada día, y las flores continuen sonriendo en colores y fragancias que atraen a las alondras que surcan el cielo, el Espíritu Santo estará con nosotros! ¡No temamos!

(Traducido de: PS Calinic Argatu, Episcop al Argeșului și Muscelului, Veșnicia de zi cu zi, Editura Curtea Veche, București, 2006, p. 54)