El Espíritu Santo nos enseña la verdadera oración
¿Ven cómo, sin la ayuda y la obra del Espíritu Santo, es imposible no sólo entrar al Reino de los Cielos, sino hasta dar un pequeño paso hacia él?
Nadie puede elevar una oración verdaderamente agradable a Dios, si antes no recibe el Espíritu Santo. Porque si comienza a orar, sin tener dentro el Espíritu Santo, notará cómo su mente no consigue concentrarse. Aún más, no logrará reconocerse a sí mismo ni sus propias necesidades; no sabrá qué pedir, ni cómo pedírselo a Dios. Podría decirse que dejará de saber quién es Dios. Sin embargo, el que tiene el Espíritu, lo conoce, conoce a Su Padre, sabe cómo acercársele, sabe cómo orar y qué pedir. Al orar, sus pensamientos son estables, puros, dirigidos únicamente al Señor. Semejante persona podrá, por medio de la oración, obtenerlo todo, siendo incluso capaz de mover montañas. Tales son los dones del Espíritu Santo. ¿Ven cómo, sin la ayuda y la obra del Espíritu Santo, es imposible no sólo entrar al Reino de los Cielos, sino hasta dar un pequeño paso hacia él? Por eso es necesario desearlo y buscarlo, obtenerlo y mantenerlo dentro nuestro, así como lo tenían los Santos Apóstoles.
(Traducido de: Glasul Sfinţilor Părinţi, traducere Preot Victor Mihalache, Editura Egumeniţa, 2008, pp. 342-343)