El esposo: cuerpo y alma para su esposa e hijos
El esposo es la cabeza de la familia, pero no por ser hombre, sino porque es la imagen de Cristo. Así es como lo ven su esposa e hijos, como la imagen del amor sin límites, del amor devoto, del amor lleno de abnegación, del amor que está preparado a lo que sea para proteger, para cuidar, para consolar, para alegrar, para educar a su familia. Que nadie olvide esto.
“Y ustedes, maridos, sean a su vez comprensivos en la vida en común. Sabiendo que sus compañeras son seres más delicados, y que ambos comparten la gracia que lleva a la vida...” (I Pedro 3, 7). “Así deben también los maridos amar a sus esposas como aman a sus propios cuerpos: amar a la esposa, es amarse a sí mismo.” (Efesios 5, 28).
El apóstol dice, “Es éste un misterio muy grande, pues lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno ame a su esposa como a sí mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido” (Efesios 5, 32-33).
Por otra parte, esta epístola nos habla de la profunda relación que hay entre Cristo y la Iglesia. Cristo vino al mundo para salvar a la humanidad. Dios se hizo hombre, realizando esta salvación con el precio de Su propia vida y muerte. Esto es lo primero que debe pensar el novio, al casarse: Dios le confía un ser frágil, a quien le está diciendo “Te amo” y este amor debe ser tan natural, que el esposo esté siempre dispuesto a sacrificar todo, incluso su vida, por amor a su esposa y por sus hijos.
El esposo es la cabeza de la familia, pero no por ser hombre, sino porque es la imagen de Cristo. Así es como lo ven su esposa e hijos, como la imagen del amor sin límites, del amor devoto, del amor lleno de abnegación, del amor que está preparado a lo que sea para proteger, para cuidar, para consolar, para alegrar, para educar a su familia. Que nadie olvide esto. Es muy simple para el esposo creer que, por ser hombre, tiene ascendencia sobre su esposa y sus hijos. ¡No es así! Si el esposo no es la imagen de Cristo, nadie debe rendirle ninguna forma de respeto ni obediencia.
Como pueden ver, en esta epístola no se nos habla del dominio del hombre sobre la mujer, sino sobre el amor mutuo que representa sacrificio y heroísmo por parte del esposo, al que la esposa debe responder con un amor igual de abnegado. Recuerden siempre esto que les digo, porque este pasaje de la Biblia suele interpretarse equivocadamente, degradando a la esposa y enalteciendo falsamente al esposo, presentándolo cual vanidoso soberano.
(Traducido de: Cum să ne întemeiem o familie ortodoxă: 250 de sfaturi înţelepte pentru soţ şi soţie de la sfinţi şi mari duhovnici, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, Bucureşti, 2011, pp. 48-49)