El estado de oración en el seno de la familia
Algunos padres de familia se quejan de mantenerse siempre ocupados o terminar el día exhaustos, como para poder cumplir con una regla de oraciones.
Algunos padres de familia se quejan de mantenerse siempre ocupados o terminar el día exhaustos, como para poder cumplir con una regla de oraciones. Sin embargo, cada uno puede repetir, una sola vez y en intervalos regulares (por ejemplo, cada media hora o cada hora), la oración: “¡Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador!”, pronunciando cada palabra despacito, con atención y con toda la fuerza de su ser, evitando cualquier otro pensamiento. La intensidad de esta oración, cuando tenemos poco tiempo o nos mantenemos muy ocupados, tiene el efecto de prolongar el estado de oración y el sentimiento de la presencia de Dios, hasta la siguiente repetición de la oración.
Algunos otros me han dicho, también, que se olvidan de Dios cuando no están en el templo. Pero, de acuerdo a lo que dice San Juan Crisóstomo, nuestra misma familia debe ser una “pequeña iglesia”. Debemos llamar al sacerdote para que bendiga nuestra casa, debemos tener íconos y venerarlos con devoción, debemos utilizar un poco de incienso de cuando en cuando. Es recomendable, además, escuchar alguna vez un poco de música litúrgica. Esto no significa que debemos llenar la casa de íconos y quitar nuestros cuadros, escuchar solamente música religiosa, o evitar conversar de lo que podría parecernos “mundano”. Es mucho más eficiente, para nosotros, intentar mantener en nuestros corazones el espíritu de la oración, conscientes de la presencia de Dios.
Oremos, cada mañana: “Señor, si me olvido de Ti, no te olvides Tú de mí”. O “Señor, mantén Tu mirada sobre mis hijos, aunque ellos no se acuerden de Ti”
(Traducido de: Maica Magdalena, Sfaturi pentru o educație ortodoxă a copiilor de azi, Editura Deisis, Sibiu, 2006, pp. 36-37)