El estado natural de nuestra existencia
El principio de nuestra restauración es imposible sino volviendo a la humildad.
La humildad nos sitúa directamente en el estado natural de nuestra existencia. Y esta no es una virtud como las demás, una que viene a sumarse a nuestra vida espiritual, sino que es un estado fundamental del hombre, quien se ve en presencia de Dios, reconoce Su omnipotencia, se admira de Su grandeza y después observa su propia nimiedad, reconociendo con humildad que todo lo que tiene —incluso su propia existencia— es un don del inefable amor y la piedad de Dios, sin los cuales nada es posible. Luego, el principio de nuestra restauración es imposible sino volviendo a la humildad.
Por eso, la preparación para el Ayuno Mayor empieza siempre con un llamado a la humildad, para que nos acompañe durante ese arduo camino, y también a lo largo de toda nuestra vida, sabiendo que solamente si elegimos el camino correcto tendremos paz en el alma, tanto en esta vida como en la vida eterna.
(Traducido de: Protosinghelul Petroniu Tănase, Ușile pocăinței, meditații duhovnicești la vremea Triodului, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1994, p. 16)