El examen de conciencia que nos propone San Andrés de Creta
¡Qué belleza la del Canon de San Andrés! ¡Pero también qué doloroso resulta que muy pocos cristianos conozcan sus cánticos y oraciones!
El Gran Canon de San Andrés de Creta nos insta a seguir los buenos ejemplos: “Anhela las almas de Set, Noé y Abraham, acuérdate de los ninivitas”. Nínive era una ciudad muy pecadora. Dios envió al profeta Jonás a ese lugar para advertirles que en 40 días la ciudad sería destruida. Y se arrepintieron. El mismo rey se vistió con un saco y se cubrió de ceniza, como era la costumbre de entonces, y les suplicó a todos que renunciaran al mal camino, y quizás así Dios se apiadaría de ellos. Y, en verdad, viendo su arrepentimiento, Dios no cumplió Su propia profecía, sino que los perdonó. También nosotros debemos hacer lo mismo, y, por medio de la contrición y el ayuno, pidámosle a nuestro Señor Jesucristo que nos perdone y nos abra las puertas de Su glorioso Reino.
¡Qué belleza la del Canon de San Andrés! ¡Pero también qué doloroso resulta que muy pocos cristianos conozcan sus cánticos y oraciones! Su belleza y profundidad, como las de todos los oficios del Ayuno Mayor, pueden ser experimentadas únicamente por medio de la vida en comunidad, en el seno de la Iglesia.
Recuerdo que, en mis años de juventud, siendo yo el párroco de una iglesia en una zona rural, pude ver con admiración cómo los aldeanos no ingerían nada hasta las cuatro de la tarde, cuando todos se reunían alrededor de la pequeña iglesia, esperando a que viniera el sacerdote a oficiar el Gran Canon de San Andrés. Sin tener una preparación espiritual extraordinaria, todos ellos sabían que necesitaban ese examen de conciencia. Nuestros antepasados conocían bien el Antiguo Testamento y se veían reflejados en él, para evaluar si se parecían al pueblo judío, tozudo e indrédulo ante los milagros de Dios, o a los verdaderos creyentes. Los judíos vieron los milagros que los ayudaron a librarse de la esclavitud en Egipto, como el paso por el Mar Rojo, en el cual terminaron ahogados todos los egipcios que los perseguían. Pero esos prodigios no les parecían convincentes, y por eso se rebelaron varias veces contra Moisés e incluso en contra de Dios.
(Traducido de: Preotul Boris Răduleanu, Semnificația Duminicilor din Postul Mare, vol. II, Editura Bonifaciu, București, 1996, pp. 64-65)