El gozo del perdón
Cuando el creyente recibe la absolución del sacerdote, queda libre de culpa ante la justicia divina. Dudar de esta verdad o perder la esperanza en la misericordia de Dios no es algo que provenga de Él, sino del enemigo de nuestra alma.
El perdón de los pecados no se nos concede por nuestros propios merecimientos, sino por la misericordia del Dios amante de los hombres, Quien está siempre dispuesto a perdonar al hombre que regresa a Él con arrepentimiento. Y lo que nos hace indignos del perdón no es la gravedad ni la cantidad de nuestros pecados, sino solamente la falta de arrepentimiento. Una vez nos arrepentimos y nuestro corazón se hace humilde, el perdón de nuestras faltas es decidido en el Cielo, y en el momento de confesarnos, esa decisión celestial es pronunciada.
Nuestro Señor y Salvador asumió en Su propio Cuerpo, sobre la cruz, la lista de todos los pecados de la humanidad, y allí mismo la destruyó. Con el Sacramento del Arrepentimiento se nos participa esa misericordia sin límites de Dios. Cuando el creyente recibe la absolución del sacerdote, queda libre de culpa ante la justicia divina. Dudar de esta verdad o perder la esperanza en la misericordia de Dios no es algo que provenga de Él, sino del enemigo de nuestra alma.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Sfaturi înţelepte, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, p. 237)