El padre espiritual, tal como lo dice su mismo nombre, tiene la función y propósito de criar espiritualmente a su discípulo, y llevarlo a nacer “desde lo alto”. Este rol activo se manifiesta en los cuidados específicos que le ofrece a su hijo espiritual, el cual, sabiéndose enfermo, acude a él para ser sanado. Y es que el padre espiritual es un auténtico mentor, pero no uno que se limita a dar simples indicaciones y recomendaciones abstractas, teóricas.

Tu padre espiritual no te muestra, en un mapa previamente confeccionado, cuál es el mejor camino; él mismo viaja contigo, a veces llevándote a hombros. El te acompaña a cada paso que das, para evitar que te desvíes. Él te ayuda a ver los peligros y te explica cómo hacerles frente. Del mismo modo, te ayuda a superar todos los obstáculos y salvar con éxito todas las etapas de este camino. Por tal razón, ya que su labor principal es ayudarte a vencer cualquier dificultad, se puede decir que el rol del confesor es fundamentalmente terapéutico.

(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Terapeutica bolilor spirituale, Editura Sophia, București, 2001, p. 391)