El hogar como punto de encuentro con Dios
“Cuando Cristo vino al mundo (…) purificó el mundo entero, haciendo bueno cualquier lugar para elevar nuestras plegarias. La tierra entera se transformó, así, en un lugar propicio para el culto y la adoración”.
Cualquier ceremonia u oficio litúrgico es un encuentro con Dios. Por eso, el lugar (de nuestro hogar) donde este habrá de celebrarse debe estar limpio, como cuando esperamos con impaciencia la visita de alguien a quien queremos mucho. Si no tenemos tiempo para hacer orden y limpieza en toda la habitación, acondicionemos al menos un rinconcito de ella.
En su homilía “Sobre la cruz y el ladrón”, San Juan Crisóstomo dice: “… cuando Cristo vino al mundo (…) purificó el mundo entero, haciendo bueno cualquier lugar para elevar nuestras plegarias. La tierra entera se transformó, así, en un lugar propicio para el culto y la adoración”.
En el ámbito de la familia, los oficios celebrados en el hogar ayudan mucho a fortalecer las oraciones de los esposos y abarcan también a los hijos. Usualmente, cuando la familia empieza a crecer y los niños aún son pequeños, los esposos no logran asistir juntos a la iglesia. Cuando esto suceda, el cónyuge que permanece en casa tendría que leer algunas de las oraciones de los oficios litúrgicos celebrados ese día en la iglesia. Desde luego, esto depende de los libros que tengamos en casa, así como del tiempo y la disposición del que ora.
(Traducido de: Pr. Prof. Gleb Kaleda, Biserica din casă, Editura Sophia, București, 2006, p. 193)