El hombre que vive en pureza siente la presencia de Dios a cada paso que da
Dios jamás se apartará del hombre que cree en verdad, de aquel que vive con pureza entre las tentaciones de este mundo.
Ha alcanzado la plenitud espiritual, el hombre que, viviendo en un mundo que no conoce a Dios y rodeado de tentaciones, permanece siempre puro. Aun en medio de tantas tentaciones y pasiones, él vive en santidad y pureza.
Pongamos un ejemplo muy sencillo de entender. Pensemos en la capa de asfalto que hay en la calle. Los autos pasan sobre ella a toda velocidad. Sin embargo, por una pequeña grieta, una florecilla intenta salir a la superficie. Crece y se alegra de vivir. Las hermosas flores silvestres que crecen junto al río jamás podrían tener el mismo valor que esta florecilla, que ha ido creciendo aun sin tener agua, entre las ruedas de los vechículos y rodeada de toda clase de basura. Pero ella florece, a pesar de todo. ¡Su valor es realmente excepcional! Dios jamás se apartará del hombre que cree en verdad, de aquel que vive con pureza entre las tentaciones de este mundo.
Para hacerte monje necesitas tener una gran determinación, una gran fuerza de voluntad, porque no es una decisión fácil de tomar. Si hay un deseo interior, puedes irte al monasterio, porque probablemente no es en vano que sientes esa inclinación. Dios te susurra esos pensamientos. Y si no atiendes lo que Él te está diciendo, quizá después termines arrepintiéndote.
(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi: convorbiri cu Părintele Ambrozie (Iurasov) ,vol. 2, Editura Sophia, 2009, p. 165)