‟El hombre ve las apariencias, y Dios ve el corazón”
Dios no se fija en el aspecto exterior de lo que hacemos o decimos, sino en el estado de nuestras almas y el propósito con el que hacemos y decimos las cosas.
La verdad no reside en rostros, aspectos y palabras, ni es posible encontrar a Dios en nada de eso, sino solamente en los corazones contritos, en el espíritu de humildad y en las almas iluminadas por el conocimiento de Dios. Porque a veces ocurre que vemos a alguien escondiéndose detrás de las palabras o utilizando expresiones colmadas de humildad ante los demás para ganarse los elogios de todos, pero su interior sigue lleno de vileza, maldad y rencor; del mismo modo, a veces vemos a algunos luchando por la justicia con palabras pletóricas de sabiduría y alzándose en contra de la mentira y de la transgresión de las leyes divinas, estando su interior lleno de piedad, humildad y amor al prójimo. (…)
Dios no se fija en el aspecto exterior de lo que hacemos o decimos, sino en el estado de nuestras almas y el propósito con el que hacemos y decimos las cosas. (...) Recordemos aquellas palabras: ‟El hombre ve las apariencias, y Dios ve el corazón” (I Reyes 16, 7; Salmos 7, 10).
(Traducido de: Sfântul Simeon Noul Teolog, Cele 300 de capete despre făptuire, II, 32-33, în Filocalia VI, traducere din greceşte, introducere şi note de pr. prof. dr. Dumitru Stăniloae, Editura Humanitas, Bucureşti, 2004, p. 257-258)