El hombre y la imagen ideal de sí mismo
El hombre la construye, la lleva consigo y se deja influir por ella, en función del centro de su propio interés.
La imagen ideal es una creación propia, es algo inexistente. El hombre la construye, la lleva consigo y se deja influir por ella, en función del centro de su propio interés. Se identifica con ella, se cree distinto a los demás, incluso especial. Hasta sus propios defectos le parecen buenos, le parecen virtudes. Por eso, no debe asombrarnos cuando veamos a alguno haciendo cosas incomprensibles, como vanagloriarse hasta rayar en lo ridículo, etc. No debe asombrarnos, porque es influenciado por su imagen ideal y no se da cuenta de lo demás.
Entonces, quien se identifica a sí mismo con su imagen ideal, cree que sus defectos son puras virtudes. Que no nos sorprenda que cuando alguien cometa algún error terrible, alguna iniquidad, concretamente, algún pecado, intente convencernos de que aquello no es en absoluto una falta, que no es una manifestación de un defecto, sino que es una virtud. No nos asombremos, porque, como dije, está influenciado por su imagen ideal y se siente identificado con ella.
(Traducido de :Arhim. Simeon Kraiopoulos, Te cunoşti pe tine însuţi?, Editura Bizantină, Bucureşti, 2008, p. 148)