Palabras de espiritualidad

El ícono de la Madre del Señor y su protección

  • Foto: Oana Nechifor

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Virgen, tengo que viajar lejos y estaré muchos días lejos de ti. ¡Cuida de la luz de esta vela y no permitas que se extinga! ¡A tu bendita protección encomiendo mi alma!”.

En el Paterikón encontramos una bella imagen del santo ícono: un asceta muy devoto, que vivía en los alrededores de Jerusalén, tenía en su celda un ícono santo de la Madre del Señor con el Niño Jesús en brazos. Cada vez que aquel monje tenía que partir de viaje, encendía la lamparilla ante el ícono, y se ponía a orar. “Virgen, tengo que viajar lejos y estaré muchos días lejos de ti. ¡Cuida de la luz de esta vela y no permitas que se extinga! ¡A tu bendita protección encomiendo mi alma!”. Luego partía, ausentándose de su celda hasta por meses enteros. Si embargo, cada vez que regresaba, encontraba la candela encendida, con el mismo aceite que había dejado al partir. ¡El santo ícono había cuidado de ella!

(Traducido de: Părintele Iustin Pârvu, Daruri Duhovnicești, Editura Conta, 2007, p. 56 )