Palabras de espiritualidad

El individuo autoritario, exponente de un nivel más avanzado del orgullo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

En este estadio, la disposición del orgulloso se desfigura. En su agresividad, encuentra, desde luego, resistencia por parte de los otros. Así es como aparece la irascibilidad, la tozudez, la necesidad de reñir todo el tiempo.

La confianza excesiva en uno mismo se transforma rápidamente en la pasión (vicio) de mandar; con esto, el individuo atenta en contra de la libertad de los otros (sin soportar el más mínimo atentado en contra de su propia libertad), disponiendo del tiempo, la atención y las fuerzas de los demás, con lo cual se vuelve insolente y atrevido. Para él, sus asuntos son importantes y los de los demás no valen nada. Quiere hacer de todo y en todo se entromete.

En este estadio, la disposición del orgulloso se desfigura. En su agresividad, encuentra, desde luego, resistencia por parte de los otros. Así es como aparece la irascibilidad, la tozudez, la necesidad de reñir todo el tiempo. Está convencido de que nadie le entiende, ni siquiera su propio padre espiritual. Los choques y encontronazos con los demás se agudizan, y el individuo toma una decisión definitiva: “yo” contra los demás, sin llegar, de momento, a ponerse en contra de Dios.

Su alma se vuelve sombría, fría. En ella vienen a instalarse la soberbia, el desprecio, la maldad, el odio. Su mente se oscurece, la diferencia entre bien y mal se torna difusa, de manera que viene a ser sustituida por la diferencia entre “lo que es mío” y “lo que no es mío”. En este estado, el individuo es incapaz de obedecer a nadie, se vuelve insoportable para cualquier sociedad, y su propósito principal es impresionar a los demás y hacerlos sentir inferiores. Persigue ávidamente cualquier atisbo de notoriedad —aun desde el escándalo—, vengándose, así, del mundo, por no reconocerle sus méritos.

Algunas veces, esta forma de auto-afirmación es orientada hacia el beneficio material, hacia una carrera o hacia la actividad social y política, y otras veces, si hay talento de por medio, hacia la creación, con lo cual puede agenciarse, gracias a su impulso, de algunos éxitos. En este terreno surgen, de igual forma, los cismas y las herejías.

(Traducido de: Preotul Aleksandr Elceaninov, Cum să biruim mândria, traducere din limba rusă de Adrian Tănăsescu-Vlas, Editura Sophia, București, 2010, pp. 56-57)