El matrimonio no es un simple “papel”, un “requisito”. Es un Sacramento que nos cambia la vida
El hombre nace, se casa, procrea y muere. Estas son las leyes naturales que Dios dispuso y bendijo; sin embargo, el matrimonio tiene un tratamiento especial en la Iglesia. La noción de matrimonio como Sacramento presupone el hecho que el hombre no es sólo un ser con funciones fisiológicas, psicológicas y sociales, sino que es un ciudadano del Reino de Dios.
Todos los catecismos y libros de enseñanza ortodoxa definen al matrimonio como un “Sacramento de la Iglesia”. A primera vista, esta definición puede parecer extraña: el matrimonio ha sido y sigue siendo practicado tanto por los cristianos como también por quienes no lo son. Lo mismo puede decirse de los ateos y de generaciones enteras de seres humanos que no conocieron el sentido de la palabra “Sacramento”. El hombre nace, se casa, procrea y muere. Estas son las leyes naturales que Dios dispuso y bendijo; sin embargo, el matrimonio tiene un tratamiento especial en la Iglesia. Y la misma bendición especial que reciben el hombre y la mujer tiene el nombre de “Sacramento”.
La noción de matrimonio como Sacramento presupone el hecho que el hombre no es sólo un ser con funciones fisiológicas, psicológicas y sociales, sino que es un ciudadano del Reino de Dios; es decir, su vida entera —especialmente los momentos más importantes de ella— implican valores eternos y a Dios mismo.
(Traducido de: John Meyendorff, Căsătoria ‒ perspectiva ortodoxă, Editura Renașterea & Editura Patmos, Cluj-Napoca, 2012, p. 20)