El medicamento que el Señor nos prescribe para vencer las pasiones
Nuestro Señor, siendo bondadoso como un Padre clemente, creó para nosotros el medicamento del ayuno, para arrancar de nuestros corazones esa dejadez y hacer que pasemos de la preocupación por las cosas de este mundo a cultivar las del espíritu.
Nuestro Señor es noble y generoso, no nos pide nada que sobrepase nuestras fuerzas. Si nos pide que nos refrenemos de comer y que ayunemos, no lo hace sin un fundamento.
Si lleváramos una vida con equlibrio, si todo el tiempo que perdemos en cosas inútiles lo utilizáramos para crecer espiritualmente, si nos acercáramos a la comida solamente para satiefacer nuestras necesidades y dedicáramos nuestra vida a la práctica de las virtudes, no tendríamos nada que hacer con la ayuda que nos ofrece el ayuno.
Pero la naturaleza humana, que es ociosa, se siente atraída por la desidia y el placer. Nuestro Señor, siendo bondadoso como un Padre clemente, creó para nosotros el medicamento del ayuno, para arrancar de nuestros corazones esa dejadez y hacer que pasemos de la preocupación por las cosas de este mundo a cultivar las del espíritu.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cuvinte alese, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2002, p. 59)