El mejor ejemplo es el de nuestros actos
¡Si pusiéramos en práctica tan solo la décima parte de lo que pretendemos enseñarles a los demás, seguramente Dios nos daría la salvación!
Este mundo está lleno de palabras, pero en verdad son pocos los que ponen en práctica los preceptos del Evangelio. Los consejos espirituales, las amonestaciones, las prédicas y las lecturas edificantes son cosas buenas. Pero de las palabras debemos pasar a los actos, porque “por tus obras te juzgaré” dice el Señor. ¡Y es que fue con la palabra que Dios creó al mundo, y vio que todo lo que hizo era bueno!
También los santos dieron testimonio de Cristo con la palabra, enseñando y escribiendo libros inspirados en el Santo Evangelio. Pero nosotros, los hombres de hoy, no somos sino unos pecadores. Por eso, debemos hablar poco y únicamente de aquello que sea provechoso y para gloria de Dios. Decía un filósofo: “¡El que dice todo lo que sabe, es que sabe poco y mal!”. ¡Si pusiéramos en práctica tan solo la décima parte de lo que pretendemos enseñarles a los demás, seguramente Dios nos daría la salvación!
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Părintele Paisie duhovnicul, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1993, p. 73)