El milagro de nuestro ser, un verdadero descubrimiento para el hombre actual
En estos tiempos tan agitados, al hombre no le es fácil —y tampoco al monje— mantenerse lejos de las tentaciones y permanecer firme en su fe. No obstante, algunos sí lo consiguen… Y, sin duda, es más fácil hacer frente a las tentaciones cuando estás en el monasterio.
Si el hombre, por culto que sea, pudiera cambiar su corazón por el de un monje, sentiría la inconmensurable belleza y el amor que perciben quienes forman parte de la vida monacal. Entendería, entonces, por qué los monjes dejan toda riqueza terrenal para dar su vida por Cristo.
Creo que ni siquiera el conocimiento espiritual es un privilegio exclusivo del monje. También entre las personas “normales” del mundo hay hombres y mujeres que han alcanzado grandes alturas espirituales. Pero, en estos tiempos tan agitados, al hombre no le es fácil —y tampoco al monje— mantenerse lejos de las tentaciones y permanecer firme en su fe. No obstante, algunos sí lo consiguen… Y, sin duda, es más fácil hacer frente a las tentaciones cuando estás en el monasterio. Los monjes viven experiencias místicas extraordinarias, aunque esto no sea necesario para el hombre de fe, tal como se cree. Con todo, esos inefables acontecimientos aparecen, tienen lugar en la vida del monje. Nuestro mundo interior es un verdadero milagro. El hombre sabio no necesita de un milagro más grande que el que pervive en su interior. ¡Él mismo es un gran misterio! Dicho lo anterior, quienes quieran alcanzar lo místico a toda costa, tienen que saber lo siguiente: si viven una vida apegada a lo estrictamente terrenal, no podrán participar de cosas que están más allá de nuestra naturaleza. Lo natural con lo natural, lo sobrenatural con lo sobrenatural, tienden a unirse y a revelarse recíprocamente.
(Traducido de: Milivoie Iovanovici, Kalist monahul, ucenic al Sfântului Nicolae Velimirovici, Editura Predania, 2011, pp. 215-216)