¿Cuál es el propósito de este gran misterio de Dios, la terrible muerte? Para los caminos de la muerte no hay encrucijada alguna en donde podamos elegir virar a la derecha o a la izquierda. La muerte es segura; la amarga copa de la muerte es decidida para cada uno de nosotros, y nadie puede apartarse de ella, mas el juicio de Dios nos alcanzará a todos, porque es la espada de Dios, Quien no mira el rostro del hombre. Y es que la muerte no se apiada de los reyes, ni tiene misericordia de los ancianos, ni es indulgente con los más valientes, ni elude a los heridos, ni se compadece de la belleza, ni las lágrimas la conmueven, ni la juventud la detiene, ni perdona a los niños, porque a todos los alcanza de forma inexorable. Todos andamos el mismo camino y ninguna riqueza podría ayudarnos. Hoy estoy vivo, pero mañana podría dejar de existir. Hoy soy honrado por quienes me rodean, pero mañana me faltará esa honra en el sepulcro. Hoy nos ungimos con aromas perfumados, y mañana moriremos. Hoy vivimos entre grandes riquezas, y mañana con dolor nos llevarán a la fosa.

(Traducido de: Sfântul Iov de la Poceaev: viața, cuvinte de învățătură, acatistul, Ed. Sofia, 2008, p. 79)