Palabras de espiritualidad

El modelo de la “Madre de la Vida”

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Las mujeres cristianas no son y no deben ser simples hijas de Eva: están llamadas a esforzarse en hacerse hijas de la Madre del Señor, tanto con la participación de los dones de su Hijo, Jesucristo, como imitando sus virtudes.

La Madre de la Vida está en el comienzo de una nueva humanidad, misma que renueva la condición de la mujer y, especialmente, la de la mamá. El mismo nombre de Eva, en la primera mujer, significa “vida”. Leemos en Génesis 3, 20: “El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes”. Eva debía ser la Madre de la vida. Sin embargo, cayó en pecado y trajo, para sí misma y para sus descendientes, el castigo de la muerte espiritual y carnal. Ciertamente, ella tuvo descendencia y es la madre de toda la humanidad, pero dio a luz a sus hijos para la muerte, debido a su caída en el pecado. Dios dispuso que la Nueva Eva fuera la Madre de la Vida. Y esta Nueva Eva es la Santísima Virgen María.

Como “Madre de la Vida”, la Santísima Virgen es también el modelo perfecto para todas las madres, en todas partes y de todos los tiempos. Las mujeres cristianas no son y no deben ser simples hijas de Eva: están llamadas a esforzarse en hacerse hijas de la Madre del Señor, tanto con la participación de los dones de su Hijo, Jesucristo, como imitando sus virtudes.

Somos un país cristiano, un país en el cual, prácticamente, todas las mujeres han sido bautizadas. Pero ¿cuántas de ellas se esmeran en parecerse a la Madre del Señor? Con gran dolor constatamos que muchas mujeres, en vez de tomar el modelo de la Madre de la Vida como un ideal, se convierten, con gran facilidad, en asesinas de sus propios hijos; con esto, se vuelven “madres de la muerte.

(Traducido de: Pr. Prof. Dr. Vasile MihocȘapte tâlcuiri biblice despre Maica Domnului, Editura Teofania, 2001, pp. 36-37)