El momento propicio para el matrimonio
La postergación del matrimonio, por distintos motivos, puede llevar a la caída en el pecado del desenfreno, en tanto que la preparacion para las nupcias hace más fuerte al joven ante la tentación.
En lo que respecta al tiempo propicio para el matrimonio, San Juan Crisóstomo se pronuncia con claridad. Queriendo librar a los jóvenes del peligro de caer en el pecado del desenfreno, con todas sus consecuencias sobre los futuros esposos, él les aconseja casarse en tanto no sea demasiado tarde. El Santo Padre se dirige especialmente a los padres, quienes son los responsables del crecimiento y la preparación de los hijos hasta que ellos mismos funden su propia familia, convirtiéndose en potenciales padres por medio de un matrimonio legítimo. A los padres les dice. “Cuando tu hijo se haga mayor, antes que enviarlo al ejército, antes que cualquier otra cosa, ocúpate en casarlo”. La postergación del matrimonio, por distintos motivos, puede llevar a la caída en el pecado del desenfreno, en tanto que la preparacion para las nupcias hace más fuerte al joven ante la tentación. Cuando este vea que pronto tendrá una esposa, dice San Juan Crisóstomo, y que el tiempo que queda para que esto ocurra es realmente corto, seguramente se mitigarán sus impulsos; por el contrario, si observa que tú, como padre, vas dejándolo al tiempo o que esperas encontrarle una novia opulenta, seguramente él, incapaz de esperar mucho, terminará cayendo en el desenfreno. El tiempo adecuado para el matrimonio es, así pues, antes de que tu hijo o hija pierda su castidad. Por eso, “cuando llegue el momento del matrimonio, que nadie lo postergue”. El momento del matrimonio no debe ser condicionado ni por la situación profesional del joven ni por la dote de la novia, porque lo más importante es la pureza física y espiritual de los dos jóvenes.. Luego. “sería necesario que, antes de que el joven conozca el desenfreno, (sus padres) le casen con una muchacha sensata y juiciosa”. Y sigue San Juan, reprendiendo a los padres: “Sin embargo, los padres hacen todo lo contrario; cuando sus hijos se han llenado ya de toda clase de suciedad, entonces corren a casarlos, cuando ya es en vano y carece de sentido.”
(Traducido de: Constantin Mihoc, Taina Căsătoriei și familia, Editura Teofania, p. 72-73)