El mundo de hoy se arrastra entre tinieblas
Todos somos testigos de que, desde hace un tiempo, paralelamente con el avance de la tecnología, la maldad se ha multiplicado de forma exponencial y la vida del hombre se ha vuelto más amarga, sometida a cada vez más desventuras.
Después del diluvio, los hombres volvieron a apartarse del camino de Dios y, con el tiempo, empezaron a esperar que viniera otra calamidad semejante. Por eso fue que decidieron construir la Torre de Babel. Su intención era edificarla mucho más allá de las nubes del cielo, para que el agua de un posible diluvio no los ahogara. Por su necedad, Dios mezcló sus lenguas y dejaron de entenderse entre sí. El mundo moderno no es más juicioso que el de entonces. Hoy en día, todos los hombres reconocen que se han alejado de Dios y por eso esperan un castigo divino. Pero, en vez de correr al santuario de salvación (es decir, al arca de la Iglesia), por medio de la fe y el arrepentimiento, en vez de buscar a Dios, los hombres, aturdidos por la civilización, levantan “torres” como la de Babilonia.
La “Torre de Babel” de nuestros días no es una edificación de piedra o de ladrillo, sino la carrera sin sentido por crear e inventar más y más cosas. El mundo dice que la invención del automóvil y las armas modernas facilitan la vida del hombre y garantizan su seguridad, es decir, que nos protegen. Sin embargo, ¡qué engañosa es esa afirmación! Porque todos somos testigos de que, desde hace un tiempo, paralelamente con el avance de la tecnología, la maldad se ha multiplicado de forma exponencial y la vida del hombre se ha vuelto más amarga, sometida a cada vez más desventuras.
El mundo nunca estuvo tan lleno de confusión y desesperanza, como en nuestros tiempos actuales, desde que la “civilización” empezó a crecer a pasos agigantados. Por ejemplo, lo que ahora llaman “moda” les ha enseñado a las personas a portar cada vez menos prendas; es decir que ha hecho a un lado el pudor y el buen juicio del mundo. El “progreso” les ha enseñado a los hombres a no buscar más a Dios, con tal de doblegar nuestra Santa Fe. Les ha enseñado a los poderosos nuevos métodos para engañar y someter a pueblos enteros, de una forma aun más atroz que en los tiempos de los faraones egipcios. En otras palabras, la necesidad de “civilizarnos” ha apartado cualquier atisbo de justicia y libertad en el mundo. Esa falsa civilización les ha enseñado a los hombres a inventar, es decir, a idear las armas más terribles para llevar el mundo a la destrucción, eliminando cualquier forma de amor que pudiera subsistir entre semejantes.
(Traducido de: Sfântul Ioan Iacob de la Neamț - Hozevitul, „Pentru cei cu sufletul nevoiaș ca mine...”, Editura Doxologia, Iași, 2011, pp. 392-393)