Palabras de espiritualidad

El niño abre su corazón al confesarse

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

Cuando sentimos un aroma agradable, deducimos que cerca hay un jardín de flores. Lo mismo sucede con el calor espiritual: éste nos revela que nuestro Bondadoso Dios se encuentra cerca de nosotros, obrando por medio del don del sacerdote.

Al confesarse, el niño debe abrir su corazón y su mente, como una flor abre sus pétalos al sol para recibir sol y calor. Se crea, así, una atmósfera extraordinaria, en la cual el niño podrá responder con confianza, con el corazón abierto.

Luego, se trata de una situación que requiere de una delicadeza especial, de sensibilidad y atención, para no hurgar en la herida espiritual del pequeño. Intentar utilizar todos los medicamentos al mismo tiempo podría resultar, cuando menos, contraproducente. De cierta forma, el sacerdote y el niño que se confiesa se asemejan a un cirujano y su paciente: un sólo movimiento errado podría comprometer definitivamente el órgano operado.

Cuando sentimos un aroma agradable, deducimos que cerca hay un jardín de flores. Lo mismo sucede con el calor espiritual: éste nos revela que nuestro Bondadoso Dios se encuentra cerca de nosotros, obrando por medio del don del sacerdote.

(Traducido de: Preot Maxim Kozlov, Spovedania copiilor. Sfaturi practice pentru preoţi, părinţi şi copii, traducere din limba rusă de Gheorghiţă Ciocioi, Editura de Suflet, Bucureşti, 2014, p. 69)

 

Leer otros artículos sobre el tema: