El orden en las cosas de la Iglesia
Todo en este mundo sigue un orden. También la Iglesia lo tiene, para cada período del año e incluso para cada día.
En nuestros libros de oficios litúrgicos —algunos de ustedes los han de conocer bien— encontramos que se hacen determinadas obervaciones. Cuándo hacer esto, cómo se hace aquello… En un momento dado, cuando se trata de un oficio muy largo, aparece escrito que podemos leer el resto del mismo en casa. ¿Por qué? Porque la Iglesia no busca el sacrificio y la extenuación en la vida del hombre, sino llevarlo a determinado orden.
Nosotros, por medio del ayuno, lo que perseguimos es entrar en determinado orden, determinada disciplina. Y esto lo hacemos a lo largo de toda nuestra vida. Constatamos que nos acercamos al fin de nuestros días y que aún no hemos entrado en ese orden. Y mantenemos encendido ese anhelo, de entrar en ese orden, esa disciplina.
Como habremos visto, todas las instituciones del mundo tienen un ciero orden. Todo en este mundo sigue un orden. También la Iglesia lo tiene, para cada período del año e incluso para cada día. Lo que estamos haciendo en este momento, con la Divina Liturgia, sigue una estructura, un orden, una disposición que fue establecida hace mucho, mucho tiempo.
(Traducido de: Preotul Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăși pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 114)