Nuestra fe ortodoxa considera que la depresión es una enfermedad espiritual que también tiene consecuencias sobre el cuerpo. Es una enfermedad que daña tanto al alma como al corazón, el centro del alma, como solemos llamarlo.

En un texto muy antiguo, llamado “El Pastor de Hermas”, leemos: “La tristeza habita en el corazón del hombre”. Ciertamente, este es el centro del alma y de las fuerzas espirituales del hombre. Del mismo modo, el venerable Antioco dice: “La depresión es un gusano que nace en el corazón y devora a quien lo engendra”.

Esta conclusión es aceptada por toda la literatura teológica ortodoxa. La localización de la depresión en el centro psico-somático del hombre indica la gravedad de la enfermedad, y también la importancia del diagnóstico.

Luego, la morada de la depresión es el corazón del hombre. Este ‟microbio” espiritual, este virus, si lo queremos llamar así, ataca al que es considerado el órgano más importante del hombre.

(Traducido de: Arhimandritul Spiridonos Logothetis, Deprimarea şi tămăduirea ei în învăţătura Bisericii, Editura Sophia, p. 18-19)