El origen de la felicidad
Solamente de una Persona suprema puede emanar toda la vida o felicidad de los seres humanos, que fueron creados como personas para poder estar en comunión con el Dios personal.
Solamente la persona puede irradiar vida y, en consecuencia, dar felicidad a los demás. Solamente la persona puede recibir a otra persona como vida inagotable e inconfundible consigo misma. No de cosas y valores espirituales abstractos —vividos en la soledad— se alimenta la vida plena o la felicidad del hombre, sino de otra persona.
Pero solamente de una Persona suprema puede emanar toda la vida o felicidad de los seres humanos, que fueron creados como personas para poder estar en comunión con el Dios personal, y también entre sí mismas.
(Traducido de: Părintele Dumitru Stăniloae, Trăirea lui Dumnezeu în Ortodoxie, Editura Dacia, Cluj-Napoca, 1993, p. 221)